txt: Juan Lenza ilus: David Moller

La propuesta, como en una nota anterior, es continuar repensando juntos la noción de los “absolutos y relativos”, con un mayor acercamiento en lo “relativo práctico” por sobre el “ frío absoluto de las teorías académicas”. Un 9 de Julio más ha sido recordado y celebrado ¿celebrado cómo?, ¿recordado de qué manera? Pensarlo desde este ángulo, genera a su vez otros disparadores: ¿Qué es la independencia?, ¿Qué es la dependencia?, ¿Quién es independiente? Cualquiera de estos interrogantes podrían ser respondidos con una primera y provisoria conclusión: nadie es totalmente independiente ya que en la realidad personas, grupos, naciones, la humanidad a través de su historia fueron atadas con lazos visibles e invisibles que les permitieron, dificultaron o imposibilitaron desarrollar diferentes actividades. Si esto es así, tal vez lo que exista sea una “sensación” de independencia, una “impresión” de libertad, esa especie de olvido que nos posibilita vivir más tranquilos, aunque sólo sea para mantener las apariencias cotidianas. Si hablamos de dependencias diríamos que existen varias en la vida, algunas más agradables que otras. Cuando un bebé nace, por ejemplo, depende de un mayor para que lo alimente, cuide, enseñe y quiera. Si lo llevamos a escalas nacionales, los países dependen en mayor o menor medida de otras naciones para desarrollarse, intercambiar productos que uno tiene y el otro necesit; aunque sepamos que esos intercambios no son igualitarios lo que vuelve más dependientes a ciertos países, fortaleciendo la “independencia” de otros sobre la base de esta desigualdad. Un ejemplo claro de dependencia, es la política externa de EEUU y su tendencia a mirar como colonias modernas a muchos de los países que tienen para ella interés estratégico. El capitalismo es una forma de dependencia, donde a través de modelos de trabajo alienados, las personas son convertidas en elementos de un circuito macabro. También los políticos dependen del voto de la ciudadanía para desarrollar su “trabajo” o “tarea” o lo que sea, aunque la incumplan. En la política actual son observables numerosas formas de dependencia acompañadas con el rol de los medios de comunicación que imponen miradas y construyen realidades al gusto de las empresas de las cuales dependen. En el ámbito privado también existe una “independencia/dependencia” personal o individual, que nos permite aferrarnos o alejarnos de las personas con las cuales sentimos afinidad o no. Todo esto nos permite ir definiendo la dualidad “dependencia-independencia” y podríamos sintetizar las ideas diciendo que: La dependencia si no ahoga, paraliza o impide el propio crecimiento individual y social no constituye en sí misma un aspecto negativo, antes bien puede posibilitar el restablecimiento de lazos comunitarios, encontrarse con el/los otro/s, avanzar en proyectos comunes que nos vuelvan más interdependientes en la defensa de sociedades más justas. La independencia total implica por un lado, el peligro de creernos autosuficientes y no participativos en el hacer de los demás; pero también constituirse por otro lado, en la herramienta de lucha para alcanzar el manejo de determinadas decisiones y recursos que nos posibiliten luego asociarnos con los otros en planos de mayor representatividad. Conclusión: Es importante ser independiente para poder elegir qué caminos, con quiénes, con qué medios, voy a transitar. En casi todos me relacionaré con otros, armaré proyectos, desandaré senderos....viviré, pero no como una hormiga solitaria en una isla perdida sino como lo que soy, un hombre/mujer inserto en una sociedad, en un espacio y tiempo compartidos.