LIBERTADeSER
que me haga sentir, crecer y vivir en armonía.

“No puedo vivir sin vos”; “sin vos no soy nada”; “no necesito nada de vos, ni de nadie”; “con todo lo que yo he hecho por vos”; “no me sirve de nada estar con alguien”; “te di mi vida y mirá cómo me pagas”. Estas palabras reflejan una gran dependencia emocional y también en su opuesto, una negación y falta de credibilidad hacia la misma.

Los especialistas dicen que apenas podemos valernos por nosotros mismos después de los nueve años de edad, mientras que una jirafa lo consigue en ocho meses como máximo, y una abeja alcanza su independencia en menos de cinco minutos. Es necesario comprender que en toda nuestra vida vamos a depender emocionalmente de otras personas, pero a su vez habrá que reconocer que el amor mueve energías y procesos psíquicos que pueden llevar a situaciones distintas donde en muchas, tendremos que independizarnos de ellas, ya que cada una cumple un ciclo en nuestras necesidades afectivas.
En la sociedad actual, es sorprendente que haya tanta o más demanda psicológica por la emancipación afectiva que por gozar de la atención afectuosa. Casi se puede inferir que el amor es un parámetro de doble dirección: de un lado es el criterio por el que volcamos energía y dedicación; por otro, cuando se tiene se lo quiere controlar para que no genere ansiedad y problemas de ubicación mental ¿La pregunta es: se puede amar y mantener una autonomía sentimental? Amar confiere unos derechos no escritos sobre el objeto amado. Te quiero luego entonces me perteneces. Quiero esto luego entonces lo consigo y lo convierto en objeto de mi propiedad. Una persona es, de acuerdo a los amparos constitucionales, libre pero según las flechas de Cupido es también, en su condición de enamorada, alguien vulnerable que puede ser atravesado. La iconografía del flechazo dulce es divertida pero un corazón atravesado no puede funcionar, se queda con el movimiento bloqueado.
Es un reto intentar entender como dos de los valores humanos cruciales: el amor y la libertad no se traducen en conductas de complementariedad sino de fricción. Te amo, luego entonces te quiero para mí, te quiero conmigo, te quiero entero/a, te quiero en mi espacio, en mi vida. Esa conjugación verbal en todas sus formas elogia a la persona querida que se siente totalmente aceptada e incluida en la vida del amador y de paso, inadvertidamente acepta que da derecho a la injerencia en su libertad. Hay quien todavía sigue viviendo con una ecuación obsoleta: si amas luego entonces no puede permitir que el amado haga según qué cosas, entre otras, expresar su mirada del deseo hacia otras personas. Cada vez que alguien te dice que te ama hay que advertirle que no te puede amar en todo, ya que eres un archivo de imperfecciones. Y cada vez que lo dices, puedes vincular tu aceptación incondicional a tal declaración. Ese criterio te salvará a ti y a la otra persona en el futuro de presuponer que tu libertad ha de quedar encarcelada dentro de la “tesis” de la amorosidad.
Todos los seres humanos tenemos necesidad de afecto, pertenencia, reconocimiento y autoestima, pero no significa que debamos llegar a un alma única en el mundo, que solucione todos nuestros problemas. Reconozcamos que somos seres con múltiples necesidades que deben ser satisfechas para convivir en paz. En esos momentos donde aceptamos que formen parte de nuestras vidas otras personas, debemos ser concientes que cada una de ellas nos dejarán un legado. Aprendamos de ellas para reflejar en otras, nuestra experiencia. Compartamos de forma generosa, por decisión y voluntad propia. Seamos autónomos e individuales, pero unidos por el amor. La ausencia de una persona a quien amas no te incapacita. Amar a alguien es ser libre, buscar su bienestar y esa dicha debe inundarte de felicidad.
Para concluir con la nota, quiero acercarles una bella interpretación realizada por Sofía Malaspina. Gracias !!!


Cuando no se desea hacer de la vida sólo un final sin comienzo, ella se llena por sí misma de pasos. Pasos capaces de sentir a su propio corazón que se queda. Pasos incapaces de ver a su propia espalda que huye. Cada paso es como un adiós, no es dejar, no es llevar. Simplemente es caminar, es crecer, es hacer vivir una elección, darle la libertad para que se manifieste. Es darnos la oportunidad de ser. De vez en cuando, no es posible huirle a las partidas. Será que en cada bienvenida se esconde una feroz despedida. Será que la necesidad de dar pasos firmes radica en que no sirve de nada tropezar a medias. Llega ese momento de ser vos, de ser independiente. Se tiene todo lo que se necesita, un fragmento de destino por acá, una sombra de pasado por allá, un hueco que se llena de futuro y un protagonista al que llamamos hoy. Llega ese momento, algo nos une, algo nos separa, algo nos guía. Tus ojos viendo la salida y en tus bolsillos ocultos el resto de tus días. Sin saber por qué, pero sintiéndolo, algo de vos se iba.

Lo más hermoso de la libertad,
es que nos da la posibilidad de ELEGIRNOS.